Mientras altero mi paz sensorial con Misfits, recuerdo que sólo hace unas horas alteraba mi paz medular con 'El Alcatraz' (entre otros grandes hits del cierre caleta de las fiestas, hasta donde yo tenía entendido).
Yo sólo estaba terminando de ver el último capítulo del día de Los Simpsons cuando Ursula me pasó la voz para ver si iba a lo Rudy y Karina, porque Silvia parece que iba a ir más tarde y no había quedado con Cere.
1) Ursula: Una de las mejores amigas de mi novia.
2) Rudy: Mejor amigo de mi novia.
3) Karina: Esposa de Rudy y muy amiga mía; trabajábamos juntos.
4) Silvia: Otra de las mejores amigas de mi novia.
5) Cere: 'El Cere'.
Siempre lo hago, pero no puedo evitar culpar a mi memoria por jurar, en este caso, que la despedida de Rudy y Karina era el sábado, no el viernes. Gracias al mensaje de Ursula, no sólo me salvé de no despedirme de dos excelentes amigos, sino que de paso tuve mi primera experiencia criolla (... ingá!).
Debo decir que los dueños de la peña Del Carajo conocen su negocio: Ayer no importó si éramos asiduos o primerizos, jóvenes o viejos, peruanos o extranjeros, negros, cholos, chinos, blancos, perro, gato... todos nos cagamos de risa. Así de simple. Creo que al principio algunos estaban más estirados que otros; especialmente los que no sabíamos o entendíamos el chiste de esta situación, pero a medida que avanzaba la noche y 'la jarana' se armaba (la frase lo dice todo), las reservas iniciales se esfumaron y sólo quedó la naturalidad de pasarla bien.
Sin embargo, en medio de toda esta diversión, no pude evitar analizar lo que estaba sucediendo; las razones por las que me estaba divirtiendo (sí, tengo que hacer un viaje a la India o algo así, para convertirme en humano). Me di cuenta de que, en realidad, la música sólo representa un rol de acompañamiento en toda la experiencia criolla. El core del asunto, la pulpa... 'la carnecita' va más allá: Involucra un momento de expresión colectiva de lo que es ser peruano en nuestros días (o en los días que le haya tocado vivir y que les vaya a tocar a vivir a todos los peruanos). Es reconocer nuestras fallas, nuestros complejos..., nuestros miedos y, a veces, también nuestras virtudes en un contexto de apoyo mutuo. Es una gran terapia de grupo. Y así como en cualquier terapia es fundamental la asistencia de un especialista, en la jarana es indispensable la asistencia de 'el pícaro' (podría haber sido 'el gracioso' o 'el carismático', pero no, es 'el pícaro'). Una persona con el suficiente conocimiento de la psique nacional (desde su muy personal punto de vista) y la suficiente rapidez mental como para joder a 'el otro' y vacilarlo al punto de convertirlo, por unos momentos, en el centro de la chacota; en el chongo de la reunión. El dicho "el que se pica, pierde" cobra el estatus de 'manual se sobreviviencia' para cualquiera que se vea arrastrado a esta condición. Ayer, el pícaro no era uno, sino dos, o hasta tres (también existe 'la pícara'): Los lideres de la banda que tocaba, aunque en realidad podría extenderme a decir que era todo el personal del local; todos en complicidad telepática con la audiencia.
Hubo varios 'puntos' durante la noche, pero me tranquiliza recordar que en realidad todo fue en buena onda; aunque ahora que lo pienso dos veces, no faltaron las comparaciones negro-simio, que desafortunadamente son recursos comunes para hacer reir en el Perú (no es cierto que me hayan hecho cagar de risa anoche, sólo me acordaba de un chiste que me contaron... ah... el alcohol, el alcohol).
Para cerrar, una escena cumbre de la noche: Duelo de baile entre 3 danzantes de tijera contra 3 bailarines de festejo: Después de varias comparaciones étnicas que los contraponían, cada una más certera que la anterior en las risas del público, llega el momento cúspide con "aquí están... los cultivadores de coca (por los andinos) versus los consumidores de coca (por los negritos)". No me imagino otro país en el que esa frase haya arrancado tantas risas y "qué buena!"s como en el Perú. Trágico? Puede ser. Efectivo? Sin ninguna duda.
Una peña es un gran vehículo hacia el conocimiento de la sociedad peruana.
Yo sólo estaba terminando de ver el último capítulo del día de Los Simpsons cuando Ursula me pasó la voz para ver si iba a lo Rudy y Karina, porque Silvia parece que iba a ir más tarde y no había quedado con Cere.
1) Ursula: Una de las mejores amigas de mi novia.
2) Rudy: Mejor amigo de mi novia.
3) Karina: Esposa de Rudy y muy amiga mía; trabajábamos juntos.
4) Silvia: Otra de las mejores amigas de mi novia.
5) Cere: 'El Cere'.
Siempre lo hago, pero no puedo evitar culpar a mi memoria por jurar, en este caso, que la despedida de Rudy y Karina era el sábado, no el viernes. Gracias al mensaje de Ursula, no sólo me salvé de no despedirme de dos excelentes amigos, sino que de paso tuve mi primera experiencia criolla (... ingá!).
Debo decir que los dueños de la peña Del Carajo conocen su negocio: Ayer no importó si éramos asiduos o primerizos, jóvenes o viejos, peruanos o extranjeros, negros, cholos, chinos, blancos, perro, gato... todos nos cagamos de risa. Así de simple. Creo que al principio algunos estaban más estirados que otros; especialmente los que no sabíamos o entendíamos el chiste de esta situación, pero a medida que avanzaba la noche y 'la jarana' se armaba (la frase lo dice todo), las reservas iniciales se esfumaron y sólo quedó la naturalidad de pasarla bien.
Sin embargo, en medio de toda esta diversión, no pude evitar analizar lo que estaba sucediendo; las razones por las que me estaba divirtiendo (sí, tengo que hacer un viaje a la India o algo así, para convertirme en humano). Me di cuenta de que, en realidad, la música sólo representa un rol de acompañamiento en toda la experiencia criolla. El core del asunto, la pulpa... 'la carnecita' va más allá: Involucra un momento de expresión colectiva de lo que es ser peruano en nuestros días (o en los días que le haya tocado vivir y que les vaya a tocar a vivir a todos los peruanos). Es reconocer nuestras fallas, nuestros complejos..., nuestros miedos y, a veces, también nuestras virtudes en un contexto de apoyo mutuo. Es una gran terapia de grupo. Y así como en cualquier terapia es fundamental la asistencia de un especialista, en la jarana es indispensable la asistencia de 'el pícaro' (podría haber sido 'el gracioso' o 'el carismático', pero no, es 'el pícaro'). Una persona con el suficiente conocimiento de la psique nacional (desde su muy personal punto de vista) y la suficiente rapidez mental como para joder a 'el otro' y vacilarlo al punto de convertirlo, por unos momentos, en el centro de la chacota; en el chongo de la reunión. El dicho "el que se pica, pierde" cobra el estatus de 'manual se sobreviviencia' para cualquiera que se vea arrastrado a esta condición. Ayer, el pícaro no era uno, sino dos, o hasta tres (también existe 'la pícara'): Los lideres de la banda que tocaba, aunque en realidad podría extenderme a decir que era todo el personal del local; todos en complicidad telepática con la audiencia.
Hubo varios 'puntos' durante la noche, pero me tranquiliza recordar que en realidad todo fue en buena onda; aunque ahora que lo pienso dos veces, no faltaron las comparaciones negro-simio, que desafortunadamente son recursos comunes para hacer reir en el Perú (no es cierto que me hayan hecho cagar de risa anoche, sólo me acordaba de un chiste que me contaron... ah... el alcohol, el alcohol).
Para cerrar, una escena cumbre de la noche: Duelo de baile entre 3 danzantes de tijera contra 3 bailarines de festejo: Después de varias comparaciones étnicas que los contraponían, cada una más certera que la anterior en las risas del público, llega el momento cúspide con "aquí están... los cultivadores de coca (por los andinos) versus los consumidores de coca (por los negritos)". No me imagino otro país en el que esa frase haya arrancado tantas risas y "qué buena!"s como en el Perú. Trágico? Puede ser. Efectivo? Sin ninguna duda.
Una peña es un gran vehículo hacia el conocimiento de la sociedad peruana.
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