sábado, 30 de mayo de 2009

1,000 cosas que odio: #2

Retomando, luego de la última cosa que dije que odio, hace como cinco meses:

Los aplicativos de Facebook que te dicen a qué celebridad te pareces.
No puedo recordar una cojudez más grande. ¿Realmente la gente está tan necesitada de atención y de identidad que optan por asociarse a una figura conocida para decirle al resto del mundo lo especiales que son? Es patético. Sin embargo, no voy a ser cerrado sobre este tema: Fácil se trata de un momento de diversión sana sin el mayor trasfondo psicológico, pero no puedo evitar imaginarme al idiota que piensa: "Wow, me salió Kurt Cobain; sí pues, de hecho que siempre me he sentido como un rebelde melancólico incomprendido; fácil ahora me entiendan y quieran más".

Lo más triste es cuando uno de estos jueguitos ni siquiera aborda a figuras reales, sino que propone personajes ficticios: "Ah, te pareces a Chandler Bing, o sea que eres el gracioso de tu grupo"; o "Faz (de Los Magníficos)! Eres todo un concha con las flacas..."; o "Garfield! Debes ser... debes ser recontra gay, si jugaste un juego con Garfield como alternativa".

Felizmente que Facebook ofrece la posibilidad de bloquear este tipo de anuncios.

Dicho todo esto, debo reconocer que en algún momento de debilidad yo también caí en el juego de estos aplicativos:
- ¿A qué miembro del Congreso te pareces? Keiko Fujimori (puta madre...!).
- ¿A qué miembro de Grupo 5 te pareces? El que siempre hace la señal de 'chévere' con la mano, o sea, Todos.
- ¿A qué organismo unicelular te pareces? Protozoo Paramecio (siempre pensé que saldría Gephyrocapsa Oceanica...).
- ¿A qué 'New Kid on the Block' te pareces? (me salió la misma respuesta que la de arriba).
- ¿A qué presidente negro de EEUU. te pareces? (si te lo tengo que decir, probablemente TÚ seas uno de los que diseña estos jueguitos estúpidos).

domingo, 24 de mayo de 2009

Recuerdos de un lobo americano en Londres

Recuerdo que luego de la primera vez que vi 'An American Werewolf in London' en 'Cine Millonario', ansiaba cada semana que la repitieran en 'Función Estelar', cuando Canal 2 tenía casi el monopolio del entretenimiento cinematográfico por televisión, en esa época maravillosa en la que no había cable en Perú ('maravillosa' por la nostalgia que me da, no por la escasez de opciones).

Todo un clásico, aunque con el pasar de los años me fui dando cuenta de que no mucha gente de mi generación la recordaba, o más bien no la habían visto, lo cual es natural porque cuando se estrenó en televisión yo no tenía ni diez años. Sólo puedo suponer que fue un gran logro para mí sortear la supervisión de mis padres para que no se dieran cuenta del festival de sangre que esculpía la imaginación de su hijito. Debo reconocer que fue uno de los motivos de pesadilla que más me acosaron durante esa época (además de los muertos vivientes y, por supuesto, el diablo): La angustia cardiaca por sentir cada vez más cerca los arañazos del lobo sobre la escalera de madera de mi camarote o por no saber si mis padres y mi hermanita seguían vivos, lo cual finalmente me ubicaba a mis diez años ante la pregunta existencial de si estaba solo y desamparado para enfrentar los horrores de esta vida (una vida con hombres lobo).

Probablemente, este trauma la hace una de mis películas favoritas y no sólo una de mis películas de terror favoritas. 'Un Hombre Lobo Americano en Londres', como la conocí yo, presenta una historia de terror clásica adaptada a la cultura contemporánea a través de una colección original de situaciones cómicas y cotidianas de una Londres a principios de los ochentas. Es una historia de aventura, soledad y desdicha (finalmente, ¿por qué yo?). Por muchos años inspiró mis deseos de mochilear por Europa, cosa que hice a mis veintitrés, sin que ninguna de las situaciones de la película me pasara (salvo la conversión a hombre lobo, obviamente).

John Landis (director) y Rick Baker (maquillaje y efectos especiales): Maestros.